2.1.. Sociología de la Ciencia
En su versión clásica, la sociología de la ciencia tuvo como autor más representativo a Robert Merton (1910 – 2003) y se desarrolló fundamentalmente en los EEUU, durante las décadas del 30 y 40 del siglo XX. Desde sus orígenes, esta postura teórica se centró en el estudio de la estructura social de la comunidad científica, los sistemas de creencias y las necesidades técnicas que dieron origen a la ciencia moderna. La sociología de la ciencia mertoniana mantenía la distinción tajante entre los contextos de justificación y descubrimiento, entre el conocimiento como producto de la racionalidad científica y el resto de los conocimientos y creencias que se encuentran dentro de la cultura y específicamente, dentro de la comunidad científica. Es por este motivo que, desde el punto de vista de Merton, la sociología del conocimiento no debía involucrarse con los contenidos racionales del conocimiento científico. Esta tarea quedaba reservada, tal como sostenía la tradición, a la lógica y a la filosofía analítica. Para la sociología del conocimiento propia de la tradición norteamericana, las ciencias deben considerarse autónomas respecto a las influencias de los intereses y visiones particulares surgidas como producto de las diferentes posiciones que adoptan los individuos en el entramado social y su deseo por reproducirlas o conservarlas. De todos modos, es preciso admitir que el mismo Merton no defiende estrictamente el carácter neutral de las ciencias naturales puesto que al considerar que las necesidades económicas pueden impulsar el desarrollo científico y tecnológico. A partir de lo expuesto, propone dos objetivos centrales para la sociología de la ciencia:
En su versión clásica, la sociología de la ciencia tuvo como autor más representativo a Robert Merton (1910 – 2003) y se desarrolló fundamentalmente en los EEUU, durante las décadas del 30 y 40 del siglo XX. Desde sus orígenes, esta postura teórica se centró en el estudio de la estructura social de la comunidad científica, los sistemas de creencias y las necesidades técnicas que dieron origen a la ciencia moderna. La sociología de la ciencia mertoniana mantenía la distinción tajante entre los contextos de justificación y descubrimiento, entre el conocimiento como producto de la racionalidad científica y el resto de los conocimientos y creencias que se encuentran dentro de la cultura y específicamente, dentro de la comunidad científica. Es por este motivo que, desde el punto de vista de Merton, la sociología del conocimiento no debía involucrarse con los contenidos racionales del conocimiento científico. Esta tarea quedaba reservada, tal como sostenía la tradición, a la lógica y a la filosofía analítica. Para la sociología del conocimiento propia de la tradición norteamericana, las ciencias deben considerarse autónomas respecto a las influencias de los intereses y visiones particulares surgidas como producto de las diferentes posiciones que adoptan los individuos en el entramado social y su deseo por reproducirlas o conservarlas. De todos modos, es preciso admitir que el mismo Merton no defiende estrictamente el carácter neutral de las ciencias naturales puesto que al considerar que las necesidades económicas pueden impulsar el desarrollo científico y tecnológico. A partir de lo expuesto, propone dos objetivos centrales para la sociología de la ciencia:
1 - Estudiar los diferentes modos en los que la ciencia y las instituciones dependen unas de otras considerando a la ciencia misma como una institución más.
2 - Llevar a cabo un análisis formal de esa interdependencia haciendo hincapié en las cuestiones de integración.
Esta interdependencia entre la ciencia y las demás instituciones sociales llevan a considerar cuestiones tales como las tensiones dadas entre lo político, la lealtad al Estado y el código ético de la ciencia. Según el punto de vista de Merton, existe un conjunto de normas a partir de las cuales será posible el progreso científico. Estas son:
Universalismo: la verdad debe someterse a criterios interpersonales preestablecidos.
Desinterés: no debe seguirse una investigación persiguiendo fines personales.
Comunitarismo: los logros de la ciencia son logros de y para la comunidad humana y por lo tanto, propiedad común a todos los seres humanos.
Escepticismo: todos los resultados se consideran revisables por la ciencia misma.
Este código ético o ethos propuesto por Merton difícilmente se cumpla aunque sea preciso considerar como atenuante que toda normativa que se construye a partir de una deber ser no tiene por qué derivar su legitimidad a partir del nivel de cumplimiento efectivo.
Como quiera que sea, lo que nos interesa destacar aquí es que la sociología de la ciencia mertoniana no tiene en cuenta la relevancia epistémica del contexto de descubrimiento y mantiene la distinción tajante entre el mismo y el de justificación. En efecto, al considerar sólo el contexto de descubrimiento, el modo de justificación y validación del conocimiento científico se funda en procedimientos considerados objetivos e independientes de los factores sociohistóricos, económicos o políticos. Por otra parte, los análisis que se dan dentro de esta perspectiva son análisis estáticos puesto que se desatienden del desarrollo histórico de la ciencia. Además, no se tienen en cuenta los procesos de formación de ideas, creencias y valores de la comunidad científica. En definitiva, los contenidos más interesantes de la ciencia quedan encerrados en lo que podríamos llamar una “caja negra” a la cual, el análisis sociológico renunciaría a acceder.
Esta sociología de la ciencia fue modificando sus supuestos teóricos a partir de la década del 60 cuando las críticas a los principios expuestos por la Concepción Heredada comenzaron a socavarse. Es durante estos años que comienzan a desarrollarse estudios en lo que se ha dado en llamar la sociología del conocimiento científico cuya meta es precisamente, abrir la caja negra para analizar el conocimiento científico mismo. Veremos, a continuación, algunas notas características de esta disciplina sociológica desarrollada en Europa que agrega la distinción “del conocimiento científico” precisamente para destacar el cambio de perspectiva y diferenciarse de la sociología de la ciencia estadounidense.
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